Por Julio César Benítez Zapata.
En los suelos montañosos de Trujillo, donde el aire frío de los Andes se mezcla con el eco de la historia, tuvo lugar un enfrentamiento crucial para la independencia de Venezuela: «La Batalla de Agua de Obispo», librada el 18 de junio de 1813 en las cercanías de Carache.
Este combate, aunque menos conocido que las grandes batallas de La Campaña Admirable, fue un eslabón clave en la estrategia de Simón Bolívar para liberar el occidente venezolano del dominio realista. Las fuerzas patriotas, lideradas por El Coronel Atanasio Girardot, se enfrentaron a las tropas realistas que defendían la región. La victoria patriota no solo consolidó el avance de Bolívar hacia Caracas, sino que también demostró el coraje de los trujillanos, quienes se sumaron a la causa independentista con fervor.
Configuró un refuerzo de La Campaña Admirable: La batalla permitió a Bolívar asegurar Trujillo, una plaza estratégica que facilitó su marcha triunfal hacia la capital.
Espíritu rebelde de Carache: La región de Carache ya había sido escenario de insurrecciones desde 1810, y este enfrentamiento reafirmó su rol en la lucha por la libertad.
Preámbulo del Decreto de Guerra a Muerte: Poco después, en Trujillo, Bolívar proclamaría su famoso decreto, radicalizando la guerra contra los realistas.
Hoy, Agua de Obispo no es un paraje olvidado en los caminos de Carache; es un símbolo de la tenacidad de un pueblo que, entre montañas, ayudó a forjar la independencia. Su legado perdura en la memoria de Trujillo como un testimonio de valor y sacrificio en la construcción de la patria.
«En los Andes trujillanos, cada roca guarda el eco de la libertad.»
