Por José Gregorio Torres.

“Salve Carache de las fiestas patronales, de las bandadas de mariposas amarillas que invadían el pueblo por la margen derecho de nuestro río, extendiéndose en color de lucimiento bajo las múltiples gallardetas que como un cielo de ramajes siguen sosteniendo los aleros de antaño, ya desde el silencio de mayo, alegre preámbulo para la sana alegría infantil de los que esperábamos ansiosos estas ferias. El tiro de la madera, que desde la Mesa Arriba transportaban con paso lento de las yuntas de los bueyes, que desfilaban fatigosamente bajo la garrocha y, en la algarabía de los muchachos la palabra «go'» de los arrieros y el crujir de las varas recién cortadas rozando el empedrado, daban a la calle Carabobo la primicia de la celebración”.

De esta manera inicia Ciro Napoleón Benítez Gonzales (Minumboc). El 24 de junio de 1970, su discurso de orden, desde el púlpito del imponente y hermoso templo de San Juan Bautista, el cual quiso dedicar al presbítero Juan de Dios Andrade, constructor del templo, y al maestro José Juan Rodríguez. Fecha en la que la municipalidad retribuyo con importante nombramiento, como hijo ilustre de Carache a este artista universal, discurso en el cual esté afamado creador poeta y justiciero de la historia, reconoce también los nombres que hasta ese entonces habían sido olvidados, nombres de personajes de la cotidianidad del pueblo, pero que al igual que él, de los títulos nobles, refinados y destacados ciudadanos, recibieron de Minumboc el justo sitial por el tan solo hecho de haber nacido en este Valle de San Juan Bautista de Carache, nombres que adquieren con el tiempo mayor gratitud por ser Minumboc, descendiente de familia humilde pero de gran intelectualidad. Benítez, Marquina y Gonzales.

En este discurso Minumboc, realza con ímpetu y emotividad inspiradora, la figura de su Patrón, pues desde niño se hizo vasallo de su corte y a ella hizo promesa de enaltecer el gentilicio carachense, misión que cumplió a riesgo de pasar a formar parte de esa lista de olvidados, de esos que por ser humildes o por no contar con bienes materiales, son ignorados. Pero no fue así para Minumboc, en este discurso no solo destaca el protagonismo familiar, sé sus personajes, pues curas, médicos, maestros, artesanos, músicos populares, matronas, parteras, rezanderas, curanderos, y todos aquellos que de una manera u otra hicieron parte de la historia de Carache. Hoy el discurso de Minumboc, resuena en quienes lo escucharon de su propia voz, pero también en quienes nos sentimos herederos de sus sueños, de sus obras y de su desprendimiento material, pues nada pidió a cambio de todo su legado, solo el recuerdo perenne, para que no muera la memoria de Carache. Culmina su discurso Minumboc, refiriendo a todos los personajes que en él, son mencionados y los que, junto al suyo, quedan para la posteridad, pues luego de 54 años de su pronunciamiento continuamos con la deuda sin saldar y eso debe cumplirse tarde que temprano.

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