Por Aleyde Aponte

Hoy quiero dedicar mis letras a todas aquellas  personas que con su empeño, tesón  y sazón le dieron vida  a la  gastronomía en mi «Carache de Antier»  dejando la huellas en el corazón de muchos paisanos que hoy aún recordamos y añoramos esos  exquisitos productos elaborados con técnicas caseras que  seguramente heredaron de sus abuelas y madres.

Mi primer recuerdo se ubica en mi vecina y comadre la señora Hilda Morales y sus famosas empanadas de queso que día a día hacían presencia en la mesa de los caracheros  para los desayunos o cenas de propios   y visitantes. Sus empanadas eran Infaltables  en las madrugadas decembrinas una vez iniciadas las misas de aguinaldos que para la época  se realizaban siempre en el Templo Parroquial San Juan Bautista a las cinco de la madrugada. Una característica muy particular y común de su emprendimiento lo constituía  el «fiado» el cual  consistía en  el consumo de las mismas  para luego cancelar unos dias después con rigurosa puntualidad, lo que le permitió mantener su negocio hasta el mismo día en que en horas de la noche un dos de enero  del 2011. entrego su alma al Todopoderoso.

Así mismo aflora a mi memoria otro de los iconos gastronómico de la época: las acemas caracheras , una especie de pan dulce cocidas  en hornos de tierra atizados con leña,  elaboradas por la señora  Carmelita Román    quien vivía   en el lugar conocido como la «Romanera» en  la calle  Libertad  con Boyacá y en dónde se criaron  la señora Ana María Briceño y La señora Dilia de Pichardo, donde aprendieron la elaboración de las famosas y exquisitas acemas caracheras.

Unos años después la señora Ana María  Briceño  heredera de la receta de las acemas  de» la Romanera°emprende por cuenta propia  su  negocio » Acemas Ana María», ubicado al final  de la calle Comercio con la misma fórmula de su antecesora y ampliando su distribución a nivel nacional. Hoy en día el mismo sigue vigente regentado por su hija la Profesora Edelmira  Briceño de Terán.

Por su parte la señora Dilia de Pichardo también heredera de la misma receta emprende su negocio ubicado  al final de la calle Sucre, dejando su legado a su hija Carmen Pichardo.

Unos años más tarde la señora Eladia  Román de Velázquez,  hereda de su tía  la Niña Micaela, el arte  de hacer pan casero  tanto dulce como salado, roscas, bizcochos, pan de leche, e incluye la elaboración de las acemas, convirtiéndose  junto con la acema tradicional en icono de la gastronomía  carachera de ayer y de hoy.

En la actualidad existen también otros fabricantes de acemas: María Fuentes, Edgardo Viloria , Teresa de Godoy, Carmen Terán. Entre otros, manteniendo su fórmula original , con la variante que en muy pocas ocasiones utilizan el horno  de tierra por cuestiones inherentes a los costos, habiéndole dado paso a los hornos de soplete o eléctricos.

Está delicia gastronómica cuya preparación aún es guardada con celo por sus fabricantes, ha logrado darle la vuelta al mundo así como abrír puertas en los escenarios de acceso más difíciles dentro y fuera del pais . Las mismas mantienen su elaboración atendiendo a la fórmula original con algunas variaciones como las acemas rellenas de queso, que son otra delicia al paladar.

También existían para la época tres establecimientos de comida   llamados» «Pensiones caracheras», locales que  se encargaban de brindar a propios y visitantes un sitio donde desayunar, almorzar y cenar a precios módicos. Entre ellas: la Pensión San José atendida por su dueña, la señora Obdulia de Guedez ubicada en  la otrora calle Regeneración, hoy Atanacio Girardot. La Pensión de la señora Julieta Rojas ubicada en la calle Libertad entre la hoy Posada Rio Arriba y la tienda de telas del comerciante Español Pedro Montero.

Unos años  más tarde inaugura en la calle Carabobo la señora Ana María de Infante una especie de Posada  restaurante: » Ana María» al que acudían la mayoría de los caracheros y visitantes,   a degustar sus platillos que realmente eran una delicia gastronómica. El mismo fue el lugar de residencia de una gran cantidad de docentes que llegaron a nuestra patria chica desde diversos lugares de la patria  grande, para formar parte del equipo docente del Grupo Escolar «Dr»Ernest, así como del Liceo «Juan Antonio Román Valecillos». La posada cerró  sus puertas hace poco como pensión en cuanto a comida, pero sigue prestando sus servicios en el alquiler de habitaciones para pernoctar uno o varios días en sus instalaciones.

Todos estos establecimientos dedicados a la elaboración  de  panes, roscas, bizcochos,  acemas,  paledonias, comida salada que funcionaron en mi Carache de Antier cuyos platillos  elaborados con la sazón inigualable, de las mágicas manos de  sus cocineras, hoy son referencia no solamente local,  pues sus exquisiteces culinarias han  trascendido a otros lugares convirtiéndo sus comidas en íconos de la gastronomía de la tierra de la Amable Libertad.

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