Por Carlos Rodríguez Arrieche
Cronista de Carache
 
Carache, ubicado en el Estado Trujillo, es un municipio que cautiva por su extraordinaria belleza natural. Rodeado por las altas Serranías y bañado por el río Mixnumbox, este pueblo se convierte en un remanso de paz y tranquilidad que aleja de la civilización y brinda una sensación de bienestar espiritual única.
 
Al llegar a este lugar, se experimenta una familiaridad desconocida en las grandes ciudades, gracias a la amigabilidad de sus habitantes, quienes nos hacen sentir como en casa. Los amaneceres y atardeceres en el Carache son indescriptibles, con el juego de luz y sombra que pinta el horizonte con la policromía de los celajes, mientras la brisa paramera acaricia nuestros rostros.
 
Las noches en este pueblo son mágicas, con un cielo despejado que permite contemplar miríadas de titilantes estrellas, creando un escenario de «inolvidables noches de diamantes», tal como lo describió el poeta Pedro Soto Ortiz (1973)  Las vistas hacia el este y el oeste, con las empinadas faldas del Mupí y las Lomas de Bonilla, San Juan y la Conchera, son simplemente maravillosas.
 
Al sur, el Páramo de Cendé ofrece un paisaje desolado pero sorprendente, con frailejones y maporas que parecen surgir de una pintura surrealista. En medio de esta belleza paisajística, se encuentran prósperos caseríos donde la vida sana y la agricultura son el eje central de la comunidad.
 
En las noches, las historias y leyendas que se escuchan en el calor del hogar, enriquecidas por la mente febril de los abuelos, añaden un toque de misterio y magia a la atmósfera del Carache. En definitiva, este municipio es un tesoro escondido que invita a desconectarse del bullicio de la ciudad y sumergirse en la tranquilidad y belleza de la naturaleza.

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